Han pasado nueve años del primer batacazo electoral de Morales, en el que consiguió un apoyo de 54%.
Empresarios, líderes cívicos, barras bravas de fútbol, modelos, deportistas y cantantes -entre muchas otras personalidades- son ahora habituales en los actos de la campaña por el tercer mandato del presidente: bailan cumbia con él y agitan banderas con su rostro.
Por si fuera poco, el autor de la canción de la campaña "evista" de este año es el mismo que animaba a las multitudinarias asambleas en que se insultaba al mandatario entre 2006 y 2008.
Algo tuvo que pasar para tal giro.
La inclusión
La bonanza económica, que unos atribuyen a los buenos precios de las materias primas y otros a una eficiente gestión gubernamental, permitió al gobierno llevar una política de distribución a través de bonos (a estudiantes y madres, por ejemplo) y de concreción de obras en ciudades de todo el país.
"En el proceso actual, considero que la bonanza económica es el leit motiv del cambio. El gobierno aplica la máxima política de que 'el poder es para usarlo' y tiene los recursos suficientes para hacerlo", le comenta a BBC Mundo Gerson Rivero, periodista y analista político en Santa Cruz.
Los cambios en el ámbito social fueron notorios: en 2008, el gobierno de Bolivia declaró que el país cumplía con el requisito de tener menos de un 4% de analfabetismo, la condición establecida por la Unesco para considerar a un territorio libre de analfabetismo.
Además, con la ayuda de médicos cubanos, se realizaron 650.000 curaciones gratuitas y operaciones de la vista.
La inmensa mayoría de los beneficiarios de estos programas de educación y salud han sido los sectores campesinos, indígenas y de escaso poder adquisitivo en las ciudades.
En las oficinas públicas de Bolivia ahora se ven ponchos y polleras en todos los ambientes. Desde los despachos ministeriales hasta las gendarmerías. Se masca coca en las reuniones de gabinete presidencial al igual que en las plazas de las poblaciones más alejadas del centro político boliviano.
Hace nueve años, Morales prometió "llevar a los ponchos al poder".
Los apellidos que por lo general portan las clases humildes ahora se repiten con frecuencia en los consejos de ministros, las alcaldías o los estrados judiciales. Sin embargo, todavía no han logrado abrirse paso en las organizaciones consideradas más excluyentes y racistas de la sociedad boliviana, como las Fuerzas Armadas.
Movilidad inesperada
Conocí a Arturo en un curso de ciencias políticas de una universidad privada. Llegaba todas las mañanas en una Yamaha y vestía a diario chaquetas deportivas, de esas que usan los motociclistas de competencia. No era parte de los grupos de alumnos que eran hijos de empresarios, pero se notaba que su capacidad económica no era inferior a la de ellos.
Hace unos años comenzó a administrar los depósitos que tiene el padre en una zona de comercio de electrodomésticos. Cambió la moto por un par de autos, una 4x4 y otro deportivo. Vive en una urbanización que en menos de cinco años será la nueva zona más exclusiva de La Paz.
No es el único. Abundan los autos de lujo entre los nuevos comerciantes pudientes que irrumpieron en las narices de la antigua casta empresarial.
La boda de Arturo fue con la encargada de la empresa proveedora de motos que importaba su padre desde China. Llegaron dos aviones desde tierras asiáticas para el festejo de casi una semana que se realizó en una población rural del Altiplano.
"Socialmente lo novedoso es el recambio de élites a todo nivel y la movilidad social en un país en el que esto no existía. Además, se han dado pasos muy importantes en la resolución del principal problema del país, el racismo", le señala a BBC Mundo el analista político Ilya Fortún.
Sin embargo, el columnista añade que el cambio ha tomado una dirección que nadie esperaba. "Evo es la nueva centro derecha y el capitalismo reinante es más salvaje que en el periodo llamado neoliberal", asevera.
Y Fortún no es el único que opina así. Una de las acusaciones recurrentes de la oposición y de sectores disidentes contra Morales es su alianza con las élites. "Con Evo los empresarios han ganado más que nunca" es una frase que usa el oficialismo como algo positivo y que la oposición repite pero en tono de reproche.
En una conversación que tuve con el politólogo Diego Ayo, éste me apuntó que el buen momento económico viene acompañado de una nueva actitud consumista muy fuerte en los sectores urbanos.
Centros comerciales, patios de comidas, cadenas internacionales de fast food y salas de cine 3D triunfan y se multiplican en todo en el país. La gente pasa días enteros en estos lugares, alternando entre juegos, películas y comida chatarra.
Hace apenas 12 años, la gigante McDonald's fracasaba en Bolivia y desmontaba todos sus restaurantes. Hoy esas hamburguesas seguramente serían un éxito.
El (nuevo) bloque de Evo
Como Jessica, Arturo, las modelos top y los viejos empresarios, no son pocos los que encuentran motivos para celebrar que el presidente avanza rumbo a una nueva victoria.
Si en Venezuela se habla de los "boliburgueses" para denominar a los nuevos ricos producto del chavismo, en Bolivia ya se reconoce la existencia de la nueva "burguesía aymara".
Desde hace unos años que artistas y conjuntos musicales de México, Argentina y Perú aterrizan en Bolivia más veces contratados para las fiestas privadas de esta élite en crecimiento, que para ofrecer conciertos abiertos al público.
Existen sectores que han ganado mucho espacio y favores en el gobierno. Los mineros cooperativistas, los campesinos que colonizan tierras y el núcleo duro del "evismo", los cocaleros, son algunos de estos grupos de donde salen anualmente no pocos nuevos ricos.
Casi a nadie le sorprende verlos en sitios exclusivos, desde las salas de preembarque internacional de los aeropuertos a los despachos donde se decide el destino del país. De hecho, una ley prohíbe a cualquier establecimiento como un restaurante o una discoteca impedir el ingreso de alguien merced a su aspecto, vestimenta o color de piel.
Tampoco nadie se animaría ya a decirle "macaco" al presidente o a cualquier indígena abiertamente frente a una multitud. Todo en la sociedad boliviana de hoy apunta a que esos años ya pasaron.
"Nunca más Bolivia sin indígenas", repite el vicepresidente Álvaro García Linera como el principal logro de los nueve años de gestión oficialista.
Sin embargo, los detractores de Morales acusan al gobierno de manejar ese discurso apenas como una pantalla para consolidar los enriquecimientos particulares, la explotación indiscriminada de recursos naturales y la perpetuidad del mandatario en el poder.
Entre los conciertos privados de los aymaras y los malls que se multiplican sin cesar, entre muchas otras transformaciones en la sociedad boliviana que se ven todos los días, Evo camina tranquilo rumbo a un nuevo mandato.